Fue un día cualquiera,
sin rumbo, sin planes,
cuando el tiempo jugó
con mis propios afanes.
Y en medio del ruido
de tanta estación
la vida escondía
nuestra conexión.
Tres pasos, dos giros,
un tren por llegar,
tu sombra brillaba
al fondo del andén.
Miré sin saber
que ibas a estar,
y el mundo calló
al cruzar nuestra piel.
Tus ojos chocaron
de frente al cristal,
mi alma tembló
sin poderlo evitar.
Treinta inviernos
se fueron al sol,
tu rostro volvió
y volvió mi calor.
(Coro)
Te volví a encontrar
cuando menos pensé,
como un suspiro
que no se fue.
Como un poema
guardado en la piel,
como un “te quiero”
que nunca fue.
Y aunque la vida
nos quiso apartar,
mi corazón
no te pudo olvidar.
Madrid se alejaba,
el tren avanzó,
tu imagen quedó
donde todo empezó.
La red me avisó
que tú estabas ahí,
y el cielo en mi pecho
volvió a latir.
No eras mi tipo,
ni yo tu ideal,
pero eras mi sueño,
mi bien y mi mal.
El eco de un beso
que no existió,
la historia que el tiempo
nos prometió.
No tengo castillos,
ni gloria, ni mar,
solo este amor
que no deja de amar.
Un año ha pasado
y sigo aquí,
mirando ese andén
donde te vi.
(Coro)
Te volví a encontrar
cuando menos pensé,
como un suspiro
que no se fue.
Como un poema
guardado en la piel,
como un “te quiero”
que nunca fue
Y aunque la vida
nos quiso apartar,
mi corazón
no te pudo olvidar.
Si fue casualidad
prefiero soñar
que fue el destino
que quiso hablar
porque en un segundo
tan fugaz
volví a sentir
lo que no se va jamás.